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Elena Román, Polar Ambassador

Conoce la historia de Elena Román, Polar Ambassador

«Confinamiento día 21. Sí, 21, y es que yo por mis circunstancias personales y por pertenecer de lleno a ese grupo «de riesgo» empecé antes con esta especie de película de ciencia ficción que estamos viviendo.

Os cuento brevemente. Me llamo Elena Román, y desde hace un año y tres meses llevo dentro un riñón de mi hermana, es decir soy trasplantada.

Debido a esto, tomo una medicación diaria (y para siempre) que baja mis defensas para que mi cuerpo no rechace a mi ‘riñoncete’; lo que me hace (a mi y al resto de personas trasplantadas), convertirnos en inmunodeprimidos para siempre y que en situaciones como esta que vivimos complica un poco más las cosas.

Hace ya casi un mes que estoy aislada en un pueblecito de 30 habitantes (bueno, a día de hoy sólo he visto a una persona por la ventana) con una chimenea y una buena conexión wifi que me da la vida.

Aquí no hay nadie, estoy a salvo y no hay peligro de contagiar a mi familia en caso de que trajera el virus «puesto».

La paciencia no es mi mayor virtud y el estarme quieta tampoco, por eso el día uno decidí que «MENTE EN CALMA Y CUERPO ACTIVO» sería mi bandera a lo largo de todas las horas que este encierro durase. Y en ello estamos.

Por ‘suerte’, cuando me trasplantaron y por el mismo peligro de contagio, estuve dos meses aislada en casa en una habitación a parte, con mi propio baño, mi propia comida e incluso mis propios cubiertos y sin ni siquiera poder dar la mano a los míos. Por eso, quizás tengo recursos para combatir esta nueva batalla.

RUTINAS

Las listas son mis aliadas, me ayudan a no perder el ritmo, el norte y por supuesto la cabeza. Lista de rutinas, lista de comidas y por supuesto lista con todas lo que quiero hacer cuando esto termine. Porque va a terminar, que no se nos olvide. Esto es TEMPORAL.

Mis pastillas también ayudan con las rutinas. 8:30h suena el despertador con la primera tanda del día. Pastillas, agua y arriba. A las 9h en punto vuelve a sonar. Segundas pastillas del día. Desayuno frente al ordenador, intentando cuadrar todo lo que se quedó colgado de repente, haciendo malabares para encajarlo y dando rienda suelta a mi cabeza hiperactiva para poner en pie ideas que ayuden estos días a todos los que estáis al otro lado.

No enciendo la tv, sólo una vez al día. No necesito más. Me di cuenta el día 3 cuando ese bombardeo de información zarandeó de un plumazo a mi positivismo patológico y vi que eso no ayudaba. Información, sí; sobreinformación, no.

Media mañana: infusión, fruta y a preparar la leña para la chimenea. La vida en el pueblo es bonita pero hay que currárselo. Me gusta. Astillas, leña y a soplar. ¿Quién me lo iba a decir a mi hace un mes en medio de la urbe? Pues sí. Una de las tareas diarias es encender la chimenea y cultivar la paciencia.

Cuánto vamos a aprender con todo esto… Una vez a la semana mi hermana hace la compra para todas las casas (para mis padres, para ella y para mi). Ese día es fiesta por aquí. Viene, me la deja en la puerta y hablamos un rato a través de la ventana.

ENTRENAMIENTOS

Vida. De lejos, pero vida.

El día sigue con la organización del entreno de las 18h. Mi momento favorito del día. 45 minutos de desfogue, de conexión, de comunidad, de trabajo, de sudor (bendito sudor), y de poder seguir trabajando para aprender cada día un poquito más.

Esto está siendo un reto para todos los que amamos esta profesión. Cada día un entreno diferente, divertido, más duro, más específico.

DESCANSO

Esto es lo que puedo aportar al mundo desde aquí. Este es mi compromiso personal en este confinamiento. Adelante. Con todo. Vamos a salir de esta más fuertes. Yo me encargo. A partir de ahí toca bajar pulsaciones, darle paz a la mente e intentar calmar al cuerpo para poder conciliar al sueño en estos días de desconcierto.

MIS COSAS

No falta el merecido aplauso a nuestros héroes, de hoy y de siempre.

Por suerte o por desgracia he pasado muchas horas en los hospitales y tengo claro que merecerían 24 horas de aplausos. Aquí, en el pueblo no hay nadie. Nadie nos escucha, nadie nos acompaña, pero aplaudimos, claro que aplaudimos.

En cuanto eso acaba leo un capítulo de mi libro junto a la chimenea, en directo, otra pequeña aportación desde este rinconcito del planeta con el objetivo de llegar a alguna pantalla al otro lado y dar un poco de aliento.

Y después de esto, poco más que añadir al día. Las pastillas de la noche, el momento para los míos: videollamadas con familia y amigos, abrazos y besos virtuales que poco tienen que ver con el piel con piel que vamos acumulando para cuando esto acabe.

Y así día tras día, ya casi un mes para mi .Esto no nos lo esperábamos, es verdad. Ni aquella cuesta en el km 18 en esa última media maratón tampoco, ¿te acuerdas?, y lo hicimos, vaya si lo hicimos y llegamos a la meta más fuertes, más felices y más valientes que nunca.

«Todo va a salir bien, claro que sí.»


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Ten en cuenta que la información de los artículos de Polar blog no pretende sustituir el asesoramiento de un profesional sanitario. Consulta a tu médico antes de empezar un nuevo programa de fitness.

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